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Historia de Fornells

Menorca había sido desde hacía tiempo un punto de primera prioridad para los británicos, que ansiaban el control marítimo comercial del Mediterráneo y precisaban de un punto de avituallamiento para sus buques. Menorca se prestaba para estos menesteres, presentando en su orografía dos puertos naturales de gran envergadura. El de Mahón, considerado en la época el mejor puerto del mediterráneo occidental.

Y el puerto de Fornells, de un tamaño nada desdeñable. Cuando en 1708 los británicos, comandados por Sir Edward Whitaker, iniciaron la conquista de Menorca desde el norte se encontraron un pequeño poblado pesquero que apenas opuso resistencia a su avance: Fornells. La Guerra de Sucesión Española había dividido a los españoles entre borbónicos y austracistas, y los habitantes de Menorca, en su mayoría aragoneses alejados de su patria, nunca habían derrochado especial simpatía por el candidato francés, por lo que recibieron a los británicos con los brazos abiertos.

 

Los británicos consumaron su avance bombardeando el único punto defensivo del norte de Menorca, el Castillo de San Antonio, que se había acabado de construir apenas 40 años antes. Ante el incesante fuego de los cañones ingleses, la escuadra franco-española que ocupaba a posición no tardó en rendirse, y así fue como el pueblo que había crecido a su alrededor, Fornells, inició una época de bonanza bajo la ocupación británica.

De hecho, los británicos jamás llegaron a entender como el Imperio Español había infravalorado y descuidado una plaza tan importante para el control del mediterráneo como Menorca. Con el objetivo de conservarla a toda costa, los ingleses construyeron un sistema de torres defensivas a lo largo de toda la costa. Una de estas torres fue construida no muy lejos de las todavía humeantes ruinas del castillo de san Antonio. Un torreón circular, con una plataforma rotatoria en su punto superior, que podía ser defendido con un reducido contingente y que era capaz de repeler cualquier incursión en la bahía de Fornells.

La Torre de Fornells es una de las muchas torres de defensa que rodean la costa de Menorca. La de Fornells fue construida entre 1801 y 1802, en el último período de dominación británica, con el objetivo de vigilar la entrada del puerto de Fornells, impedir el desembarco de barcos enemigos y proteger el Castillo de San Antonio. Consta de cuatro niveles. Una cisterna excavada en el subsuelo impermeabilizada con mortero.

Una planta baja donde se almacenaban las armas, las municiones y los alimentos. La primera planta donde se alojaba la guarnición. La planta superior, que era la plataforma de la artillería, donde había un pequeño horno para calentar las balas de cañón hasta ponerlas al rojo vivo con el objetivo de que incendiaran los barcos enemigos. Bajo el parapeto de esta obra de la ingeniería bélica, el pueblo de Fornells, prosperó hasta convertirse en algo parecido a lo que podemos encontrarnos hoy en día. A pesar de que los soldados británicos fueron expulsados de la isla tras la firma del tratado, los ingleses de un modo u otro nunca se fueron del todo de la isla.

Pero. ¿Por qué se quedaron los británicos? La respuesta parece obvia: un clima benigno, un relieve costero privilegiado… pero también una gastronomía única gracias a su abundante pesca.

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